
Zacatecas, Zac.- Con los últimos rayos de sol de la tarde, empezaron a salir los espantos en las calles del centro histórico, porque esa hora, la de los vivos que se disfrazan de muertos, había llegado.
Fue como la transición de dos mundos, donde se simulaba que los muertos cruzaban el gran umbral del “más allá” para llegar de visita al que alguna vez fue su hogar.
El Parque La Encantada fue el punto de partida para los más de 600 participantes inscritos; se respiraba un ambiente festivo y, como la muerte no espera, entre risas y nervios, los corredores comenzaron a ajustar sus calcetas de rayas rojas y azules, en busca de su premio, una medalla del cerdito diabólico.
En sus marcas, listos, ¡fuera!… Los cronómetros marcaron la hora y Zacatecas, entera, contuvo la respiración, los espantos salieron a correr a las calles del centro histórico.
Por las calles cerradas, entre faroles que se comenzaban a encender y balcones adornados con velas y papel picado, la marea de “monstruos” avanzó.
Niñas, niños, jóvenes, mujeres y hombres veían expectantes desde ambas aceras a unos plátanos corredores, Merlina, un niño monaguillo, dioses egipcios, el Maestro Roshi, enmascarados, unas ladronas con todo y botín, una payasita, el personaje del Cadáver de la Novia, luchadores enmascarados, Brozo, Buzz Lightyear, un vampiro, Chucky mujer, Freddy Krueger, Jason, un monjes y monjas, calaveras, Blanca Nieves, Bettlejuice, Mario Bros y la Princesa Peach sin rasurar, el enfermo del IMSS y la doctora que lo seguía, unos perritos corredores, un dálmata (disfraz), momias, brujas sin escoba y otros, que hasta sin disfraz daban miedo.
Así, los “lonjaliebers” comenzaron a aparecer por las calles; los disfraces eran un carnaval de imaginación y locura.
Los niños correteaban entre los adultos, en busca de su premio, ya que algunos de los corredores lanzaban dulces.
La meta se convirtió en un altar viviente: corredores exhaustos, maquillajes corridos, abrazos sinceros. Nadie hablaba de tiempos ni posiciones; aquí el triunfo era haber llegado.
Las medallas comenzaron a colgar del cuello de los corredores como trofeos; el kit de recuperación para cada participante fue un pan de muerto, un café y un bolo.
No fue una tarde cualquiera, sino la tarde de Lonjalloween 2025, la carrera donde los fantasmas no asustan… corren, porque en este evento no se huye de la muerte… se corre con ella, se ríe con ella, y se celebra el regreso de quienes se han ido físicamente, pero que siempre están presentes.